Y llegue
Bajo la tormenta
Bajo la lluvia torrencial que empapaba mi alma
Llegue sorteando acantilados imposibles surcando mares de llanto y desesperación
Con mis pies hundidos en el barro que hacía mis pasos pesados como el plomo
Y con lágrimas de sangre continúe y en noches oscuras de luna nueva, donde lo único que ves es negrura, camine a tientas y me hice paso entre tinieblas
Y arroje todo sentimiento y me despoje de todos los miedos. Y desafie a la muerte que se cernía sobre mi, cruel y poderosa y ahí estábamos, las dos, cara a cara, mirándonos fijamente y me tendía su mano y yo undida el barro de la desesperación y la lluvia calándome hasta los huesos y el dolor abrasando mi columna y ella mirándome y yo intentando caminar, intentando alejarme de aquella mirada y camine y camine y mis pasos consiguieron tirar de mi frágil cuerpo y la lluvia cedió y la niebla se disipó y el sol por fin calentó cada célula de mi corazón y la muerte, vencida al fin, se alejó y jamas la volví a mirar.
Sara Gómez Mendiguchía
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