Lloro hacia dentro
y si mis ojos se empañan
estiro levemente la cuenca de mis ojos
para que no se escape ninguna lágrima
y resbale por mi mejilla el agua salada de algún sentimiento escondido detrás de mis ojos.
Yo no tengo lágrimas, al menos que mostrarte, las dejé todas en un cuenco al sol de agosto y las evaporó. Y con ellas se llevó el tacto de tus manos, el mirar de tus ojos, se llevó tu sonrisa y hasta el recuerdo de tu voz, tu risa, tus tristezas, tus ansias, tus ilusiones, tus ganas de querer, tus antojos y hasta el ímpetu de tu espíritu.
Si no te encuentras búscate en una nube que amenace tormenta y aguarda que descargue y deja que te empape el agua salada que evaporó el sol de agosto en una tarde callada de la cuenca de mis ojos
Sara Gómez Mendiguchia
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