A veces sólo es el miedo
El miedo a vernos reflejados en otros ojos
El miedo a amar a alguien que no sea a nosotros mismos
El miedo a depender de un sentimiento del que no somos dueños
Ese miedo a permanecer en el pensamiento de otra persona
De la que no nos creemos dignos
Porque somos tan chiquitos en este universo que a razón de qué alguien se ha de fijar en nosotros, en nuestro infravalorado mundo en el que nos escondemos, no vaya a ser que alguien nos descubra y nos rescate de nuestro fango y tengamos que sacudir nuestra mierda para que crea que brillamos, que tenemos luz propia, que nuestro cuarto oscuro tiene una ventana al exterior y que nuestra azotea no está llena de desechos de una vida que nos queda grande, de una vida que no sabemos vivir , porque el miedo lo cubrió todo con sus poderosas fauces y nos arrincono, nos petrifico y nos dejó sin poder de maniobra.
Y ahora andamos como marionetas dando tumbos de un lado al otro de nuestra cárcel pensando en lo libres que somos...lo libres que somos , cuando creemos que el miedo duerme plácido al otro lado de nuestra azotea. Pero el miedo nunca duerme, solo nos libera el tiempo suficiente para abrir la ventana de nuestro cuarto y darnos cuenta que detrás solo encontraremos el muro del conformismo.
Sara Gómez Mendiguchía .
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