Si un día el sueño termina
y decides no buscarme
al morir la tarde,
recuerda tus promesas
de amor eterno.
Las mil lunas llenas,
el principio de un mundo sin final.
Tú, que eres agua de manantial
que calma mi sed
No reduzcas a cenizas
mi dolido corazón
No me abandones dejando
besos pendientes.
No provoques lágrimas
bordeando este par de precipicios.
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