En el jardín sagrado de los días,
donde el tiempo se detiene a respirar,
florece tu presencia, orquídea mía,
con la elegancia extraña del amar.
donde el tiempo se detiene a respirar,
florece tu presencia, orquídea mía,
con la elegancia extraña del amar.
No eres flor de paso ni de viento,
tienes raíces de seda y de cristal;
pides el alma como único sustento
y una entrega absoluta, casi ritual.
tienes raíces de seda y de cristal;
pides el alma como único sustento
y una entrega absoluta, casi ritual.
Tus pétalos son labios que no nombran,
pero dicen todo en su quietud,
me invitas a habitar bajo tu sombra,
bañado en el matiz de tu virtud.
pero dicen todo en su quietud,
me invitas a habitar bajo tu sombra,
bañado en el matiz de tu virtud.
Eres la geometría del deseo,
frágil por fuera, fuego en el corazón,
y en cada curva de tu talle veo
la forma más perfecta de mi pasión.
frágil por fuera, fuego en el corazón,
y en cada curva de tu talle veo
la forma más perfecta de mi pasión.
Como la orquídea busca su destino
en el abrazo de un tronco protector,
yo busco en tu mirada mi camino,
mi exótica y eterna flor de amor.
en el abrazo de un tronco protector,
yo busco en tu mirada mi camino,
mi exótica y eterna flor de amor.
Sara G. Mendiguchia