Con el alma rota en mis pedazos
voy dejando que mis pies cansados se arrastren
sin rumbo fijo como barco a la deriva
en medio de la tormenta.
Vivo secuestrada en el reino de los vivos
mirando de frente a mi amenazante sombra
en perpetua niebla densa
que no quiere desaparecer
y dejar de entumecer mis huesos
y dejarme ver más allá de mis pies,
doloridos de tanto caminar a la deriva,
no me deja ver la mano amiga,
costurera de almas rotas,
que me saque de este mar de tinieblas
en el que me muevo
en el que me encuentro agonizando
a punto de desfallecer
desangrándome a cada paso
sabiéndome consciente que el tiempo
que me queda es breve,
que la noche me alcanzará
antes de levantarse la niebla,
antes de que me encuentres.
Sara Gómez Mendigguchia
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