Su color de voz era todo lo que queria en este día.
Sólo eso.
Y no era tanto.
Escuchar por un instante el susurro de unos labios pronunciando mi nombre.
Pero llega la madrugada y ya se agota la ilusión y la esperanza da lugar a la desilusión
Creeré que no existes
El cielo que no tocaré
La historia que no contaré.
O sí, desde la imaginación.
La vida que te da todo, todo y más.
Y sin embargo le pedimos imposibles.
Escribimos imposibles pensando que son reales. Que se puede. Que existe.
Y ni siquiera sabemos si nosotros mismos somos reales.
Quién sabe si solo somos el recuerdo del pasado que una y otra vez se repite solo que con novedades de por medio.
Quien lo sabe...
Sara Gómez Mendiguchía
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