El mundo es un mapa de piedra y de viento,
de rutas que mueren en el ancho mar,
un ruido constante, un eterno movimiento,
un sitio gigante donde ir a buscar.
Pero el amor es un mapa distinto,
no mide distancias, ni entiende de ayer,
es el pulso suave, el fiel laberinto,
donde el mundo entero comienza a caber.
Que gire la tierra con su afán de esfera,
que crucen los ríos su paso tenaz,
que mientras el mundo nos dé su frontera,
tu amor sea el puerto de toda mi paz.
No envidio a los astros, ni al sol, ni al camino,
ni al orbe que gira en su inmensa quietud,
pues hallé en el centro de nuestro destino
que el mundo es pequeño...
si lo habitas tú.
Sara G. Mendiguchia